El sonido del silencio

La Zona Cero ya no será llamada así porque, se escucha en todas partes, la vida de los neoyorkinos debe seguir, aunque en vísperas del 11-S haya habido una “amenaza creíble” de terrorismo o nada pueda llenar pese a todo el gran vacío dejado por los familiares muertos.

EL PRESIDENTE OBAMA Y SU ESPOSA MICHELLE
DURANTE LA SEGUNDA CEREMONIA EN SHANKSVILLE, PENSILVANIA.
El jueves pasado el presidente Barack Obama dirigía un mensaje a los norteamericanos sobre una propuesta de reforma para generar empleos, motivada también por la inclusión de Alan Kruegeren en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. En la costa oeste, un apagón originado en Arizona dejaba sin electricidad al sur de California, principalmente a San Diego, una de las ciudades más pobladas del país. Así, la amenaza “creíble pero no confirmada” de un acto terrorista en Manhattan o Washington, emitida el mismo jueves, pasó a un segundo plano si bien los medios locales e internacionales prefirieron resaltar la presencia de policías en zonas de alta circulación. Pero lo que apreciamos no era comparable con lo que se decía en algunos medios. La Zona Cero cambiaría incluso de nombre ya que la vida de los neoyorquinos debe seguir.
Tras los atentados del 11-S, el gobierno de George W. Bush impulsó una agenda internacional basada en la seguridad, rubro que se duplicó de 2001 a 2008, con un alza asociada tanto al déficit como a la deuda federal. La política exterior de EU ha tenido como eje principal en esta década las guerras de Afganistán e Irak: la primera invocada por el artículo 51 de la carta de la ONU y la doctrina Bush, según la caul se debe perseguir a cualquier terrorista así como a las naciones que les den asilo; la segunda iniciada por la supuesta presencia de armas de destrucción masiva, algo que no se demostró. Según diversas encuestas, los norteamericanos dicen encontrarse hoy más seguros, basándose sobre todo en que las autoridades están haciendo su trabajo al tomar en serio cualquier amenaza. Hacer lo contrario, dicen, es arriesgar demasiado.
“If you see something, say something” (“si ves algo, denúncialo”), reza el mensaje en la estación de trenes Grand Central, y en otros sitio de alta afluencia de pasajeros, así como en todos los medios. La amenaza de ataque terrorista a 10 años del 11-S fue resaltada por el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, y por el comisionado de la policía, Raymond Kelly, quienes mencionaron que es mejor ser precavidos que confiados. Hillary Clinton, al dar la campanada de arranque de las sesiones del New York Stock Exchange el viernes pasado, previo minuto de silencio, comentó que haber hecho pública la alerta multiplicaba los ojos y los oídos del monitoreo oficial sobre cualquier amenaza terrorista.
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La policía, en un operativo estratégico y, para algunos, obligado, colocó retenes en los que detenían a camionetas y automóviles considerados sospechosos, inspeccionándolos y registrando sus placas, pero no hubo incidentes. Por su parte los turistas, susceptibles de ruidos de sirenas, mencionaban que la seguridad era excesiva y fotografiaban cualquier ambulancia o camión de bomberos que atravesaba las calles.
El alcalde Bloomberg confirmó hace unas semanas que no habría presencia de líderes religiosos en la ceremonia principal del 11-S basándose en que en las anterikores conmemoraciones no había asistido ninguna figura religiosa. Esta vez, los memoriales religiosos se dieron en las mismas iglesias a lo largo y ancho de Manhattan.
La política ha mantenido a la religión al margen de los hechos posteriores al 11-S. Así, el ex gobernador de Nueva York, George Pataki, reafirmó que fue una buena decisión impedir la edificación de una mezquita a unas cuadras de lo que será el nuevo complejo del WTC en el sur de Manhattan ya que, recordó, existen más de 100 mezquitas en la ciudad.
Y aunque el presidente Obama y el ex presidente Bush se encontraban en la que ya deberá dejar de llamarse “Zona Cero”, los republicanos y los demócratas están más alejados que nunca. La popularidad de Obama, que había ascendido a su segundo punto más alto posterior a la muerte de Osama bin Laden (sólo después de su toma de posesión) está ahora en su punto más bajo, derivado del debate con los republicanos por el techo de la deuda federal, así como por la estrategia mediática que el propio Obama ha usado para señalar públicamente a los legisladores republicanos por oponerse a sus reformas. Obama se enfrenta a la división interna de republicanos moderados y radicales (Tea Party), quienes tienen la oportunidad de impedir la reelección de Obama, dejando a Bill Clinton como el único presidente demócrata que logró ser reelecto en las últimas cuatro décadas.

Conforme se acercó el momento de recordar a las víctimas, las amenazas y las diferencias quedaron atrás. Los familiares de las víctimas contaron con la paz y la memoria de sus seres queridos. Los propios familiares mencionaron al mundo el nombre de sus esposas, hijas o hermanas que dejaron de ver aquella mañana del 11 de septiembre de 2001. Se olvidaron de todo lo demás. Reflexionaron sobre todo lo que ha cambiado en diez años. Y con el acompañamiento de Paul Simon, pudieron escuchar finalmente el sonido del silencio.

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